jueves, 28 de agosto de 2008

¿ Y si los Aztecas hubiesen descubierto Europa ? 3er capítulo.


Por:
Héctor Augusto Martínez Spota

Las tres naves mantenían comunicación constante con tierra mediante el empleo de palomas mensajeras, sin embargo, dede la última tempestad los animalitos declararon su huelga de alas caídas, que por muy Aztecas que se sintieran no iban a ofrendar sus vidas en aras de una locura como la que representaba esa excursión de maniáticos ( este, naturalmente, era la forma de pensar de las palomas mensajeras, y ni por asomo de su servidor ), el hecho era que aquellos nobles animalitos no volvieron a aparecer en las cubiertas de los buques y los aventureros quedaron más solos que un candidato de la oposición en día de elecciones.

A bordo, la disciplina empezaba a relajarse y por un "quítame de allá esas plumas" se armaban encendidas broncas que con gran dificultad eran controladas por el aguerrido Topiltzin que ya de por sí siendo moreno de nacimiento, "se las veía negras" para mantener el órden.

Un día aciago ( ¿qué querrá decir aciago ? ), por cierto gris y friolero, una de estas broncas estuvo a punto de convertirse en algo que más tarde se conocería como "La Ley de Lynch", una curiosa y piadosa forma de arreglar conflictos, inventada por un señor de ese apellido y, -por supuesto, como se desprende del procedimiento-, con la típica marca de orígen estadounidense.

El afectado, por supuesto, Topiltzin.

Un oportuno grito lanzado por el vigía mayor, Vicencatl Yañixtli, apodado _"el mirón", desde el palo mayor de la Tonantzin disipó la violencia.

El grito de "Tierra", que cimbró a la trajinera completa, hizo que todos los tripulantes voltearan hacia arriba para, enseguida correr a babor, hacia donde señalaba el vigía y donde, efectívamente se empezaba a desplegar ante sus ojos el perfil de la costa.

Olvidados por completo de sus deseos de motin, todos los tripulantes miraban ávidamente hacia aquel contorno que momento a momento se dibujaba más nítidamente ante sus ojos.

Poniéndose las manos a guisa de bocina, Topiltzin preguntó a su vigía: ¿ Qué ves ?.

Este contestó con prontitud: "Veo la costa y a un grupo de baturros bailando la jota".

Topiltzin no entendió ni jota, por lo que volvió a preguntar: ¿Queeee?.

¡ Un grupo de gente !, repuso agriamente Vicencatl.

¿ Armada ?.

"Si ", repuso este, armada de unas bolsas de donde al parecer toman algún líquido.

Bien, dijo Topiltzin, debemos acercarnos más para observar de mejor manera.

A gritos se comunicó con "La Escuintla" y "La Jaspeada" y poco despúés, las tres trajineras se hallaban al pairo y sus tripulantes tenian una ámplia visión de la costa.

Efectívamente, la vista no había engañado a su vigía, un grupo de hombres y mujeres bailaban frenéticamente alrededor de la hoguera algún tipo de danza ritual que Topiltzin y sus compañeros bautizaron como "El Rediez", y "El Recontra", que eran las frases que aquellos naturales de extrañas y exageradas indumentarias gritaban con frecuencia.

Convencido de que no había armas de por medio, Topiltzin dió la órden de bajar las piraguas de las tres trajineras y acto seguido, giró sus instrucciones de avanzar sobre la costa.

El grupo que bailaba en la playa advirtió su presencia cuando ya los tenían rodeados.

El que parecía comandar aquel grupo exclamó un sonoro: ¡ Jolines!, agregando de inmediato: ¿ De dónde habeis salido ?.

Topiltzin y compañía, al no entender el idioma se quedaron sorprendidos hasta que uno de aquellos naturales, que no tenía los cabellos de sol, sino negros y que era sensiblemente más moreno que el resto, en un nahuatl con cierto acento le preguntó: ¿' De donde vienen ?

Topiltzin tomó la palabra y repuso: De la Gran Tenochtitlan y agregó curioso: ¿ Cómo es que hablas nuestra lengua ?.

( ¿ quedaron picados con el relato ?...... continuará )
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