miércoles, 20 de agosto de 2008

El padre sabio


Por:

Héctor Augusto Martínez Spota


Papá, ¿qué es la idiosincrasia?.

Don Palemón ribetes lanzó a un lado la novelita de amor que leía y se volvió a mirar a su hijo Belarmino, como si fuera un ser de otra galaxia.

¿La qué, preguntó.

La idiosincrasia.

¡Ah caray!, repuso. Déjame acordarme y luego te digo.

Don Palemón evitó prudentemente decir a su crío en forma directa que no sabía.

Quería conservar a toda costa el título de campeón y nunca daría su brazo a torcer.

Caminó a la cocina y preguntó a Eulogia, su mujer: ¿Tu sabes qué es la idiosincrasia?.

¿La qué?..

La idiosioncrasia, dijo Don Pale (como le llamaban sus amigos) en tono molesto.

No molesto precísamente porque le llamaran Don Pale, sino por la ignorancia absoluta de su mujer.

No viejito, pos no sé.

Acto seguido, a grandes zancadas se dirigió a su cuarto y tras de encerrarse a cuatro llaves empezó a buscar en el fondo de una caja hasta hallar un viejo y muy usado diccionario que mostraba en sus cubiertas el manoseo a que debió haber sido sometido por varias generaciones de la familia Ribetes.

Abrió el libro en la letra correspondiente y hojeó hasta encontrar:

IDIOSINCRASIA.-f. Manera de ser propia de una persona.

Satisfecho cerró el libro, lo guardó y luego de abrir los cerrojos se dirigió al sitio donde el niño hacía su tarea.

Se plantó seguro frente a Belarmino y preguntó aparentando indiferencia:

¿Qué palabra no conocías?.

El chiquillo, colorado y rechoncho como el padre, se volvió a ver a su progenitor al tiempo que le decía enfrentándolo: "Idiosincrasia".

¡Ah!, exclamó con suficiencia Palemón, en tanto acariciaba su prominente abdómen.

Pos eso quiere decir -y repitió literalmente-: "f. manera de ser propia de cada persona"

El niño se apresuró a escribir en un cuaderno.

Ya se retiraba el satisfecho padre, cuando el retoño contraatacó.

¿Y qué quiere decir vitriólico?.

El sombrero se le fué de lado a Palemón (o Don Pale, como ustedes gusten, que para el caso es lo mismo e igual se le fué de lado el accesorio), pero fingió no estar sorprendido.

Y como si hablara consigo mismo repitió: "vitriólico....vitriólico..."

Péreme tantito mijo, nomas dejeme acordarme.

Caminó lentamente como dispuesto a dar un paseo y nuevamente se encerró en su cuarto.

Vitriólico...vitriólico...¿será con B de burro o con _V de vaca?.

Hurgó primero en la B sin hallar la palabreja y asesorándose a sí mismo se dijo: "ha de estar en la V de vaca".

Pasó rápidamente las hojas y empezó a musitar: "vitral, vitro, vitrificable... y por fin apareció ante sus ojos: "vitriólico".

Pasó el dedo por el párrafo y leyó:

"Vitriólico. ca. dadj. Relativo al vitriolo o que posee las características propias a él".

Vuelta violenta al sitio donde Belarmino se peleaba con la tarea; adoptó la misma postura de suficiencia y lanzó la definición literal:

"Vitriólico. ac. adj. Relativo al vitriolo o que posee las caracteristicas propias a el.

El niño abrió los ojos y repreguntó con todo candor: ¿y qué es el vitriolo?.

Palemón tragó saliva, por si las dudas agarró el sombrero, le temblaron las corvas y lo único que atinó a decir fué: "pereme tantito".

Nueva carrera a la recámara y la toma por asalto del diccionario.

"Vitriolo", m. Nombre dado antiguamente a todos los sulfatos. Aceite de vitriolo o vitriolo. Acido sulfúrico. Vitriolo azul, sulfato de cobre hidratado".

Hizo un supremo esfuerzo por captar toda la definición y cuando pensó que la tenía, salió nuevamente, esta vez sin cerrar ni el libro ni la puerta.

A ver, mijo, , dijo al llegar fatigado y sudoroso frente al niño: "El vitriolo m. nombre dado a todos los hidratados de cobre que antiguamente eran sulfatos de ácido sulfúrico".

Belarmino lanzó el lápiz sobre el cuadernoy enfrentó viva, pero respetuosamente a su progenitor, al tiempo que lanzaba un sorprendido: ¿¡ Que! ?.

Lo que te dije, repuso sereno Palemón.

A ver apá, nuevamente porque no entendí.

"El vitriolo m. -dijo exasperado-, es el nombre del ácido sulfúrico que antiguamente era azul con sulfatos hidratados de aceite".

Oiga apá, interrumpió Belarmino, ¿por qué no mejor me presta su diccionario?.

¿Cual diccionario?, se engalló Palemón.

El mismo que tiene escondido en una caja vieja en su cuarto y que es de donde siempre ha sacado las definiciones que le pido, muchas de las cuales las he presentado equivocadas.

Y urgiéndolo agregó: "Andele apá, tráigamelo".

Sintiendo que su imágen de padre sabio se esfumaba dolorosa y lamentablemente en ese instante, Palemón fué en busca del diccionario sintiéndose profundamente abatido, sin deternese a pensar que en ocasiones, la verdadera sabiduría estriba en reconocer, como el inmortal Socrates, que no se sabe nada.

Y es un hecho indudable que a Socrates, todas las generaciones que le siguieron le han reconocido como hombre sabio.


NOTA.- Publicado en los libros "Chispazos de humor". 2002 Sonrisas en el tiempo 2005. Editorial Kchivaches. Dirección editorial, Lic. Giuliana Martínez Cruz y en la revista Vida y Nación.



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