lunes, 21 de diciembre de 2009

La Aventura del A, B, C, D. (o) "Cartas del corazón"

Por:
Héctor Augusto Martínez Spota

En esta ocasión, queridos lectores, presento a ustedes un artículo escrito no por mí, sino por uno de mis mayores motivos de orgullo; mi hija Giuliana:

Por Giuliana Martínez Cruz


A, B, C, D... es así como comienza la aventura de leer.
Así es como recuerdo, a pesar de mi traidora memoria, que empezó todo, en un salón de clases al lado de otros niños de mi edad. La profesora nos decía “esta es la letra “A”, esta la “B”... mientras señalaba lo que para nosotros eran rayones sin sentido en el pizarrón.
Entonces aprendimos -mas bien memorizamos- el abecedario, sin saber para que servía realmente.
Conforme el año escolar avanzaba la profesora nos dijo que cada letra tiene un sonido diferente y que al unir unas con otras se forma una palabra. Esta palabra al juntarse con otras palabras relacionadas van creando frases o enunciados y si estos se complementan forman ideas.
Es así como se nos abrieron las puertas del mundo de la lectura y una vez ahí, tuvimos acceso a toda clase de información: desde el precio de algún producto, hasta fórmulas y teorías que en ocasiones no entendemos bien, pasando por la ruta del camión, la nota roja del periódico y cualquier libro que pudiera caer en nuestras manos.
Desde pequeño la mayoría de la gente tiene acceso a libros y muchos de nosotros empezamos con los infantiles que tienen poco texto y una gran cantidad de dibujos para llamar nuestra atención.
Como hija menor que soy, la gran mayoría de mis libros de pequeña fueron herencia de mis hermanos mayores, que según recuerdo no los dejaron en tan buen estado.
No sé cual sería el primer libro que leí pero tengo el recuerdo de un libro de Caperucita roja muy grande y con muchos dibujos de una Caperucita güerita y gordita, de ojos muy grandes y azules, y el lobo no se veía tan feroz como contaban, este libro iba, además, acompañado de algunas manchas de comida y no sé qué más, dejadas por mis hermanos.
Entre otros libros que llegaron a mis manos tengo muy presente uno (que no recuerdo cómo se llama) de una colección que una de mis tías le compró a mi muy latosa prima. Trataba de una niña que hablaba mucho y por más que le decían que no hablara tanto, no entendía, hasta que un día de tanto hablar le creció la lengua hasta el suelo y tuvo que amarrarla con un moño porque el doctor de la familia no estaba, cuando este llegó se la cortó para que quedara del mismo tamaño. Así la niña aprendió que debía ser prudente para hablar y hacerlo solamente en el momento indicado.
Aunque mi mamá no era muy afecta a leer, era ella la que nos compraba a mis hermanos y a mí los pocos o muchos libros infantiles que caían en nuestras manos. Según mi memoria la mayoría eran libros pequeños y cortos (yo creo es por eso que recuerdo el de Caperucita roja).
Mi papá por otro lado es hasta el momento una persona a la que le fascina leer, y su fascinación se va más por los libros de historia, a pesar de haber estudiado la carrera en Ciencias de la Comunicación y en su biblioteca personal encontramos todo tipo de temas: química, medicina, mecánica, poesía, novela, etc.
Él desde pequeños nos ha tratado
de inculcar el hábito de la lectura sin obtener mucho éxito a decir verdad, ya que entre los tres hermanos que somos no leemos al año lo que él lee en la mitad.
La mayoría de libros que yo he leído son de la biblioteca personal de mi papá, eso incluye su enciclopedia del TIME LIFE (no leída en su totalidad, por supuesto), Los tres Mosqueteros y El Conde de Montecristo de Alejandro Dumas, West Side History, caballo de Troya, tres o cuatro libros de Marco Aurelio Almazán, El Chilam Balam y El Quijote de la Mancha (ambos por gusto), algunos libros comprados en Reader’s Digest en los que vienen novelas de todo tipo, Una gota de tiempo de José de Madariaga, El callejón de los milagros, he hojeado un libro que tiene de medicina, y mi favorito: El padrino que he leído más de tres veces.
Por otra parte ya que mi mamá estudia algo de metafísica ha leído también El a, b, c de la metafísica, Metafísica 4 en 1 y algunos libros de ángeles.
Existen en mi casa otros tipos de lecturas como por ejemplo: libros de economía, Marx, y el capital gracias a mi hermano mayor que estudia la carrera de Economía y manuales bancarios y manuales de cursos que mi otro hermano ha traído de su trabajo. Claro que nunca he leído nada de eso ni por error.
Libros comprados por mí han sido mas bien pocos: El diario de Ana Frank, El Hobbit, Los Hornos de Hitler, El código Da Vinci, Si tu mueres primero, El perfume y no tengo un lugar en específico en dónde comprar, mas bien donde caiga si llevo dinero conmigo.
Además claro de lo que nos dejan leer en la escuela sobre: historia, biología, ética, historia del arte, lógica etc. (de lo cual no recuerdo mucho que digamos).
Para ser sincera, desde que entré a la universidad he leído mucho menos de lo que leí en la preparatoria por ejemplo, ya que casi siempre leí en el transcurso de mi casa a la escuela, sin embargo dada la cercanía que ahora tengo de la universidad, no lo hago.
De todos modos me gusta leer, me gustan mucho los libros que describen las situaciones y lugares tan bien, que uno puede trasladarse hasta ese lugar.
Me encantan los libros que como se dice, te dejan “picado”, libros en los que estás tan interesado en qué va a pasar que cuando tu mamá te habla para pedirte un favor no quieres ir con tal de no dejar de leer, hablo de los libros que tienen una lectura ágil y ligera sin llegar a ser simple.
En fin... doy gracias por ser una persona que tuvo el maravilloso acceso a ese A, B, C, D, que me ha llevado al pasado, a diversas partes del mundo y hasta a lugares que no existen en la realidad.
Nota:
(Este, es para mí un especial artículo-relato, casualmente encontrado en información que rescató de una computadora dañada mi hoy yerno Omar y forma parte de un trabajo universitario de mi hija Giuliana, la hoy Directora Editorial de esta revista ( recordemos que este artículo fué tomado de nuestra revista Vida y Nación y le he llamado: “cartas del corazón”, porque con eso fue escrito en su momento:...Con el corazón de una jovencita de veinte años.


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